Que haga frío no significa que haya que quedarse quieto. El invierno puede ser una oportunidad muy buena para cuidar cuerpo y mente… si se hace con cabeza. Aquí tienes un plan distinto, realista y pensado para moverse sin riesgos.
Mantener el cuerpo despierto: pequeños gestos que suman
A veces lo que marca la diferencia no son las grandes rutinas, sino los microgestos diarios. Ideas que funcionan:
Estiramientos al levantarse, especialmente de cuello, espalda y tobillos.
Cambiar de postura cada 20–30 minutos si se pasa tiempo sentado.
Subir y bajar del sofá conscientemente, activando piernas y glúteos.
Respiraciones profundas para abrir el pecho y mejorar la oxigenación, que en invierno baja con el sedentarismo.
Activación muscular suave sin material “pro”
Empujar una pared con los brazos durante 10–15 segundos. Ideal para activar pecho y hombros.
Apretar una toalla enrollada para fortalecer manos y antebrazos.
Levantarse y sentarse de una silla, pero cambiando la velocidad: lento para controlar, rápido para energía.
Caminar de puntillas y luego de talones para reforzar tobillos y mejorar la estabilidad.
Rutina emocional: el invierno también pesa en el ánimo
Moverse no es solo físico, por eso, es importante tenerlo en cuenta para mejorar también el estado anímico. Sigue estos consejos:
Exposición a la luz natural, aunque sea asomarse al balcón.
Llamar a alguien mientras se camina por casa, para asociar movimiento con compañía.
Pequeños retos semanales, como sumar 5 minutos más de movimiento respecto a la semana anterior.
En nuestra residencia no dejamos nada al azar, cuidamos todos los detalles siempre en conexión con familias y profesionales sanitarios. Si quieres conocer cómo trabajamos o te apetece visitar nuestras instalaciones, te esperamos con los brazos abiertos.
